martes, 21 de octubre de 2008

Entre dos aguas

- Desapareció – no quería que Sonia me viera llorar, así que evité mirarla a los ojos mientras hablábamos.
- ¿Cómo que desapareció?
- Se fue – suspiré casi sin fuerza, con un nudo en la garganta que parecía ahogarme cada vez más - Se fue lejos.
- ¿Tan lejos? ¿A cuánta distancia?
- A una distancia que va matando día tras día el corazón.
- ¿Pero por qué se fue? Algo debió pasar.
- Vivían juntas, estaban enamoradas, muchísimo. Me atrevería decir que demasiado – alcé la mirada, con los ojos inundados de recuerdos – Y un día Lucía recibió una llamada de su padre, estaba enfermo. Era grave, le dijo. Se había quedado paralítico.
- ¿Y qué pasó? – Sonia se sorprendía e interesaba cada vez más por aquella conversación y por aquella historia de la que llevábamos ya más de veinte minutos hablando. Parecía estar viendo una película de esas que le encantaban pero que a la vez sufría y nunca podía evitar comerse las uñas.
- Que una mañana aparecieron de la nada las maletas listas en el recibidor, al lado de la puerta. Su armario estaba vacío. Decidió irse a vivir de nuevo con su padre, para cuidarle y estar con él en todo momento. Pidió tiempo, para pensar y reflexionar, pero más tarde dejó de preocuparse por el amor que le había mantenido viva durante dos años – mis manos temblaban y el corazón latía cada vez más rápido, comenzaba a quedarme sin respiración.
- ¿Y tu amiga no hizo nada? ¿No luchó por ella? – Sonia me dijo con sus ojos que confiara en ella, que me calmara. Me agarró fuerte la mano. Sabía que mi amiga no existía, que la protagonista de aquella historia era yo.
- ¿Y qué querías que hiciera? – no pude contenerme, las lágrimas caían sin cesar. Le solté la mano y mi rabia desbocó todos los recuerdos encima de la barra, mis manos los aplastaban. Golpeaba con fuerza. El vaso de cubata se precipitó y cayó al suelo. No me importó en absoluto – Me dejó sola, ¿entiendes? ¡Sola! Con dieciocho años me fui de casa con ella, no me importó dejar a mis padres, lo di todo por ella, y ella también por mí. Nuestros padres no entendían nada, pero a los dos años ella acabó dejándome por su padre.
- Tranquilízate, por favor – Sonia me abrazó. Me acarició la cabeza y besó mi frente. Quizá no solucionó mi dolor, pero necesitaba aquel abrazo de una amiga, de mi amiga – Escúchame, estoy segura de que te quería con locura. Pero ella se fue porque su padre estaba enfermo.
- Eso no es del todo verdad. Su padre mintió para que no estuviéramos juntas. Nunca aceptó el amor entre dos chicas. Culpó a Lucía de la muerte de su madre, por haberse ido a vivir conmigo.
- Quizá no quería perder a su hija... La necesitaba después de la muerte de su mujer.
- ¿Sabes? Lucía no era el objeto de nadie, con dieciocho años ya no era la niña que su padre siempre deseaba tener atada a su silla.
- ¿Y qué hizo Lucía cuando su padre la culpó por la muerte de su madre?
- Nada, no podía hacer nada. Quizá abrió los ojos, no lo sé. Sólo sé que la llamé infinitas veces, su buzón de voz estaba plagado de mis mensajes. En el buzón de casa de sus padres ya no cabían más cartas. Sólo me contestó una.
- ¿Y qué te decía?
- La carta tenía cuatro páginas. En una de las dos cara de la primera página escribió muchísimas veces “Te echo de menos”, sin dejar ni un hueco en blanco. En la otra cara de esa misma página hizo lo mismo, pero cambiando la frase anterior por una nueva: “Lo siento”. La segunda página era un dibujo que me prometió dedicar cuando vivíamos juntas. Había dibujado la luna, nosotras dos sentadas encima de ella y La Tierra divisándose de fondo. Y un montón de estrellas. Infinitas estrellas.
- Qué emotivo... – Sonia no pudo evitar derramar una lágrima. Se le erizó la piel – Bueno... – se secó la lágrima con la manga de su jersey - ¿Y qué había en las otras dos páginas?

3 comentarios:

R. dijo...

Buah,me dejas con la intriga,qué habíaaaaa!!!!!????

*C dijo...

*Eso eso y que habia???No te creas que la historia me suenaaa

Ivy dijo...

Si, que había T___T