lunes, 11 de agosto de 2008

ANA ROTA

“En realidad no sé... (pierde la mirada) En realidad no sé por qué cuento esto, pero debo hacerlo. Supongo que por mí, por liberar mi alma de algo que llevo llorando durante tantos años.
Fue a los trece. Yo... (respira profundamente) Yo tenía depresión. Joder, estaba depresiva perdida. Loca, muy loca. Me intenté suicidar varias veces. Mi familia nunca ha sido de esas típicas en las que reina la confianza y el buen rollo. No, todo lo contrario. Y... un día llegué a casa. Si, recuerdo que llegaba agotada de una larga lista de exámenes del instituto. Comí y me fui directa a mi habitación. No recuerdo bien qué hacía, no sé, pero... (sus ojos se inundan de lágrimas) Uff... no puedo. (hace una pausa, se tapa la cara y suspira. Continúa hablando) Pero entró mi madre a la habitación. Su rostro era... no sé cómo explicarlo. Tenía los ojos llenos de rabia y el gesto de su sonrisa era más bien falso. Empezó a llorar y... me dijo que la habían violado. Sí, que la habían violado en la estación de tren. Yo me quedé atónita, se me congeló la sangre. Incluso parecía que el corazón no me latía. Parecía que tenía toda mi vida en la garganta.
Ella lloraba y lloraba. (saca de su bolsillo un paquete de tabaco y un mechero. Se enciende un cigarro y empieza a fumar) Yo me la creí. Me creí la mentira más grande de mi vida. Hice el intento de llamar a la policía para denunciar a ese hijo de puta, cuando mi madre me dijo “No te enfades pero... era mentira. Sólo quiero que me quieras y estés más por mí”.
Joder, joder... mi vida se desmoronó más de lo que estaba. Me fui cayendo apoyada en la pared. Caí al suelo. Abatida. Rota. Desde entonces soy ANA ROTA. Sí, rrroootaaa. Así, tal como suena. Suena bien, ¿verdad? A mí me gusta. Pero lo que me hizo decidir definitivamente llamarme así sucedió dos semanas más tarde. (hace gesto de recordar y alza su mirada hacia arriba, como pensando). Yo me había metido Lithium. Estaba más drogada que nunca. Fue la primera vez que tomé eso. Discutí con mi padre, una discusión de tantas (se ríe irónicamente). Él se puso como un loco. Mmm no, (rectifica) loco no. ¿Cómo se llama esa palabra? La tengo en la punta de la lengua... Mmmm... (piensa durante unos segundos). NEUROTICO. Eso, siempre ha sido neurótico. Bueno, el caso es que discutimos y a mí me dio por decir que me quería morir. Si, era demasiado víctima por aquellos entonces. Y él se puso de tal manera que me agarró fuerte del brazo y me arrastró a la cocina, abrió el cajón, sacó un cuchillo y me dijo “¿Quieres morirte? Pues venga, mátate, córtate”. Cerró la puerta de la cocina y se fue. Dejándome ahí encerrada.
Como esto, mil historias más... así que, total, a los dieciocho pillé un curro y me fui de casa. (expulsa el humo del cigarro por la nariz)
Sé que a todos los que estáis aquí, escuchándome, os da igual. Pero ahora me siento un poquito menos muerta. Y más libre. Sé que mis historias son, al lado de otras, nada graves. Pero también sé que son únicas. Y... (se la escapa una sonrisa) soy más fuerte gracias a ellos.”

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Quiero estar a tu lado siempre que pueda...Ana Rota.
Que no te veas sola nunca más,te adoro.
Ojalá pudiese borrar 100 calendarios y devolverte a la inocencia.
Besos.

Anada

Anónimo dijo...

Por suerte nunca estas sola,
tienes a tu pareja que te quiere,
que te ama, y a unas amigas..
que aunque no siempre esten ahí,
nunca te dejaran de lado,
Prometo no dejarte caer nunca más =)


un besitoo wapii